31 octubre 2009

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30 octubre 2009

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11 octubre 2009

Zombis, infectados, y demás metáforas

Las novelas de Crepúsculo no son novelas de terror.

Los vampiros ya no dan miedo. Son de otro tiempo. Los horrores de finales del siglo XX y de principios del siglo XXI los han superado.

Las personas que salían cubiertas de polvo de los restos de las Torres Gemelas eran zombis. Los emigrantes que cruzan el estrecho son zombis.

Lo zombi triunfa en la pantalla porque es actualidad. El terror nace de una sociedad enferma y la replica de forma grotesca.

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Así que resulta curiosa la última novela de Guillermo del Toro y Chuck Hogan, Nocturna.


Una novela de vampiros. Una novela de terror.

Pero tras su lectura lo entiendes todo.

Son vampiros porque así Del Toro puede regodearse esos pasajes retro que tanto le gustan. Esas tradiciones de la Europa del Este, esa II Guerra Mundial...

Son vampiros porque así se esquiva la insulsa polémica entre infectados y zombis. Entre muertos vivientes y enfermos de rápidos movimientos...

Son vampiros porque así la trama puede hablar de mentes-colmena, de sed de sangre, de conspiraciones y de reuniones de seres milenarios en la oscuridad de una cueva...

Pero tras unas cuantas páginas ya sabes que los vampiros de la novelas son zombis. Se comportan como ellos. Que son puro siglo XXI.

Y ahí está el mayor mérito de la novela.

Y cuando descubres que la madriguera de estos muertos malditos se encuentra bajo los restos de la zona cero de Nueva York... todo encaja.

Y sí, Nocturna termina siendo hija de su tiempo.

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