09 julio 2008

Crisis. What crisis? (parte I)

Todo empezó en EEUU. Era los 90's.

La presidencia de George Bush padre terminó antes de tiempo. Había ganado una guerra sin conquistar nada, dejando su trabajo a mitad, de forma chapucera. Pero no perdió las elecciones por esa razón. Si no hubo una segunda legislatura de Bush padre fue porque éste subió los impuestos.


Tras una década de gobiernos republicanos el abismo entre ricos y pobres en el país norteamericano se había agrandado hasta extremos sorprendentes (eran los 80's). La llegada de Bill Clinton trajo un crecimiento económico sin precedentes. El abismo seguía ahí, pero ahora lo estaban decorando y parecía más bonito. Ya no existía la URSS, había capital y lugares donde invertir. Nada cambió y todo siguió igual. Bueno, la gente era un poco más feliz.



En algún lugar de Kansas un comercial se acercó a un hombre y le propuso darle un crédito para comprar una casa (en todo el país se sucedió la misma imagen). Las condiciones eran buenas, la economía estaba reactivandose y aquel comercial levaba a la puerta de cada inmueble que visitaba una pequeña ración del sueño americano.

Ese comercial trabajaba a comisión, cada hipoteca que vendía le hacía más rico. Daba igual que el valor de la casa estuviera sobrevalorado, que el comprador quizás tuviera algún problema si la situación económica se estancaba y la inflacción volvía a aparecer. El mundo era color de rosas y por la calle la gente empezaba a silbar mientras paseaba.

El comercial iba a un banco y les vendía las hipotecas que había firmado. Eso es lo que hacen los bancos: comprar deuda. Y pagaban mucho por ese tipo de deuda de larga duración. En realidad pagaban mucho más de lo que valía la propiedad hipotecada. Pero nadie dijo nada.

El banco cojía todas la deudas que había comprado y las empaquetaba. Creaba un fondo y luego iba a la bolsa. Allí un señor que se había hecho rico antes de la crisis de las empresas tecnológicas (1991-1992) compraba el fondo. Luego iba a Munich o a Tokio y lo vendía a otro inversor. Y así sucesivamente. Nadie miraba qué había en el paquete.



La bola de nieve se iba haciendo cada vez más grande, hasta que estalló. El petroleo subió más de lo que se esperaba, una nueva guerra aumentó el déficit del Estado y, a causa de la fiebre de los biocombustibles, los alimentos y productos de primera necesidad se volvieron tan caros que incluso pusieron en peligro la estabilidad en algún país del tercer mundo. Eso fue hace un año.

En ese mismo momento alguien abrió el paquete de deuda y descubrió que había pagado mucho por algo que ya no valía nada.

El mercado se paralizó. Era el fin. E hicieron lo que siempre hacen los liberales cuando están acorralados: acudir al Estado opresor al que se han dedicado a criticar durante años. Y le pidieron que interviniera.

Los inversores y los bancos acudieron a los Bancos Nacionales y a la Reserva Federal y les pidieron dinero. El mercado necesitaba una inyección que lo salve.

Con ese dinero (nuestro dinero) los más ricos sobrevivieron a la crisis (siempre lo hacen) Puderon seguir prestándolo, firmando hipoteca, moviendo el mercado, generando riqueza. De todas formas no había alternativa.

Sin embargo, eso fue sólo el principio.

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