03 julio 2006

¡Están vivos!, puro cine político

1988 fue el último año de la presidencia de Ronald Reagan. Le sustituyó George Bush, su vicepresidente, pero nadie esperaba cambios en la política que había guiado al país los últimos ocho años. Habían sido ocho años de prosperidad, la URSS se desintegraba (o iba a hacerlo en breve) y la bajada de impuestos (punto fuerte del programa del ex gobernador de California) había terminado con la recesión de los 70' (la crisis del petroleo, se entiende). Era una época dorada, un nuevo renacer. El cine descubría que los adolescentes era el mejor público (el que consumía más palomitas), el sueño de todo niño debía ser convertirse en broker de Wall Street, bueno, ya me entienden, los años 80' (en definitiva), esa década capaz de convertir en cultura pop todo lo que tocaba.


Pero había alguien que no pensaba así. John Carpenter sabía que a pesar de superar la crisis del petroleo la política de Reagan había tenido un efecto catastrófico: el abismo entre ricos y pobres se había agrandado por las dos orillas (los ricos eran más ricos y los pobre más pobres). Y aún así volvía a ganar un republicano que iba a continuar con la política económica del presidente anterior: impuestos bajos, Estado inexistente, el sueño de cualquier paleto de Georgia. Seguro que John Carpenter estaba cabreado, muy cabreado. Y por eso se le ocurrió hacer"They Live" su película más combativa, más política.

Nada (Roddy Piper recien salido de la lucha libre donde era conocido como "el gaitero") llega a la ciudad en busca de trabajo: salario mínimo. No se queja, ya vendrán tiempos mejores, él cree en América (palabras textuales). Termina durmiendo en la calle, en una comunidad de vagabundos, gente normal, familias empujadas a la pobreza por una crisis que no parece afectar a todos por igual porque los ricos siguen paseándose con sus limusinas por ahí (no lo digo yo, lo dice Frank, un amigo de Nada, no se vayan a pensar que soy un comunista o algo así).

Hay rebeldes, cosas raras por la tele,... lo típico. La policía destruye las chabolas de los "sin techo" (horrible traducción literal del inglés) adelantándose unos años a la humanitaria política social del alcalde Giuliani. Nada (¡vaya nombrecito!) huye, pero encuentra una gafas, una caja de gafas de sol. ¡La poli se ha cargado nuestro poblado por unas miserables gafas! Y se las pone... y ahí empieza otra película.



Las gafas las han desarrollado los rebeldes y permiten ver la realidad. La ciudad está llena de mensajes subliminares: "compra", "reproducete", "éste es tu Dios" (en los billetes), "duerme", "obedece",...y lo que es peor, entre nosotros ahí gente asquerosa, calaveras. Son los más ricos, no son de este mundo. Nada está cabreado y empieza a cargarse gente (a los humanos no, a esas cosas asquerosas).

La peli sigue...pero no quiero chafársela a quien no la haya visto. Y hay que verla porque su mensaje revolucionario sigue vigente todavía, porque no hemos avanzado nada. Hay que verla porque contiene una de las peleas más alucinantes del cine de los últimos 20 años (entre Nada y Frank). Se podría ver por los ojos de Meg Foster. Pero la razón principal es el mullet de Nada, 100% años 80'.

Por cierto, George Bush padre sólo estuvo cuatro años en la Casa Blanca. Perdió las elecciones por subir los impuestos.